El hombre violado

 

No es posible violar a un hombre. La violación es un fenómeno fundamentalmente del hombre contra la mujer. Un ejercicio de poder. ¿Lo crees de ese modo? le pregunté a Julia, sintiendo todavía las bocas húmedas de aquellas dos mujeres que se lanzaron contra mi miembro masculino. Alrededor habían, naturalmente, otras mujeres. Otras hembras que con armas en la mano impidieron a que yo me moviera, mientras aquellas restregaban sus lenguas contra mi falo todavía dormido. Parece más bien la descripción de un grupo de hombres a una mujer, dijo Julia. Ya bien quisieras tú que eso de vedad te pasará. Lo dijo, naturalmente, porque no había entendido, realmente, que de violación estábamos hablando. Aunque sí, curiosamente, de que en el procedimiento no hay diferencia entre la violación ejecutada por un grupo de hombres contra una mujer o lo contrario.

Chúpenle también los huevos, les propuso la pelirroja, una mujer alta y sonriente que parecía estar al mando de todas. La estrategia al parecer era acariciar el miembro viril para despertarlo por lo menos un poco y así poder chuparlo completo hasta que ganará la necesaria erección normal. Eso es lo importante, dijo otra como adivinando lo que yo pensaba respecto a lo que se proponían. Después es solo de turnarse y meterle la vagina en la verga, del mismo modo que la tuerca en el tornillo. Lo que hay que evitar es que chorree, les recomendó la pelirroja; porque de lo contrario se ablanda de nuevo y nos jodemos todas. No olvides que una palmada en el culo puede evitar ese tipo de desgracias, les recomendó otra.

¡Esto no funciona! gritó de repente una de las que estaban en la ejecución y luego de muchos intentos, al ver que aquel miembro no se levantaba un centímetro. Bueno, entonces, denle vuelta y agárrenlo por el culo, volvió a proponer la pelirroja. Tirándoles un par de dildos. Yo quiero que me lama el culo primero, gritó la más gorda, fea y vieja de las que estaban en la ejecución; dándose vuelta en seguida y obligándolo a sacar la lengua. ¿Le ponemos de culo ahora? preguntó la otra agitando uno de los dildos en sus manos. ¡Yo no me quedo con las ganas de meterle la vagina en la verga! gritó una todavía más gorda y fea que la primera, e inmediatamente se sentó sobre el miembro dormido de aquel hombre que se retorcía de ”placer”, al sentir todos sus guevos machacados.

Fue todo eso lo que yo vi y sentí en mi pesadilla, le explicó Rodrigo a su psicólogo. Aunque lo único que te pasó, en realidad, fue que quedaste desempleado y la oficina de trabajo te obligó a hacer todo el montón de cosas inútiles que acostumbran. ¿No es cierto? agregó el psicólogo completando la descripción de Rodrigo. Sí, afirmó el paciente; asintiendo con la cabeza. Este tipo de pesadillas, también, pueden experimentarlas cualquier otro tipo de trabajador común; y en efecto las experimentan cuando el salario recibido, en contra de su voluntad, no corresponde a la prestación brindada; o cuando se ve obligado a desarrollar su labor humana en condiciones inhumanas e t c, agregó el psicólogo. No hace falta estar desempleado. El violador suele ser, en estos casos, un individuo de sexo opuesto; porque de ese modo se expresa la simbología de los sueños, para manifestar la oposición entre el violador y el violado, aunque en la realidad puede ser un ser del mismo sexo; no tiene eso ninguna importancia, como tampoco la tiene la identidad del violado. Lo que si importa es que, en todo caso, el violador es el mismo: una institución representativa de las sociedades violentas o enemigas de los derechos humanos, en que actualmente vivimos. Te recomiendo unirte a otros violados, independientemente de su sexo, y hacerle frente a esta tragedia. Es la única forma de terminar con este tipo de pesadillas. Dijo el psicólogo finalmente, lamentando no poder, en este caso, recomendar ni choques eléctricos, ni ningún otro tipo de terapias o medicamentos.

 

Guillermo Aguilar


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